
El suave contraste y la combinación de colores logran que este Sisirinquio me siga conmoviendo a pesar del paso de los años. Y me demuestra fervientemente que no nos falta equipo, sino que nos sobran excusas. Esta imagen fue tomada con una cámara compacta de cinco megapixeles que tenía al frente una lentilla de acercamiento y la he ampliado hasta 30x40 centímetros sin problemas. Intenté recrearla con un sensor full frame y un objetivo macro pero jamás pude volver a lograr un resultado que me convenciera, ya sea porque no volví a encontrar una flor perfecta, una mañana tan suave, una luz tan pareja, un foco tan preciso o mi centro.
Me asombra cuando menosprecian la fotografía de flores porque es algo que puede hacerse y rehacerse las veces que quieras. Yo, hasta ahora, jamás logré duplicar una foto.