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2018

Leo F. Ridano · 24 diciembre 2018 · Por una vida más vida · 2 commentarios
1

 

Y se va terminando otro año. Y el “otro” da un poquito de pánico al escribirlo. Cuántos “otros” ya habré escrito?

Si tuviera que definir mi 2018, diría que fue un año de cambio, de búsqueda, de introspección. No puedo afirmar que haya llegado a algún lado pues no lo he hecho, pero sí que he conseguido salir de la autopista.

La imagen visual fue como estar en una autopista llena de vehículos, transitando por la segunda vía, la que va a la derecha de la rápida, a 120 km/h, es decir, yendo bien, ni lo más rápido ni lo más lento.
Al mirar el cartel con las localidades que pasamos o a las que nos dirigimos, me doy cuenta que ninguna me convence. Pero, ¿qué pasa? ¿qué hago acá? quiero salir pero hay demasiados vehículos y no estoy tan seguro si debo hacerlo o no. Sería una lástima perder el tranco, estoy yendo a buena velocidad, parejo. El único problema, es que no estoy convencido de la dirección.

Medio año me llevó poder cambiarme de carril y otra vez, hasta los de los vehículos lentos y detenerme en la banquina para pensar un poco en todo esto.

Y hoy, 24 de diciembre, pienso que se impone una mirada hacia atrás al menos.

  • Si competir con mis compañeros de escuela se me hacía difícil, con todo el mundo (literal) realmente me agota.
    Las fotografías que se ven son increíbles. La creatividad ilimitada. Puede ser producto de millones de factores: la juventud, la libertad, la cultura, la mirada del oriental, el acceso a equipos, medios o situaciones inimaginables. En mi juventud, en mi misma situación, hubiera podido compararme y haber peleado un mercado con los fotógrafos que habría entre Junín de los Andes y Esquel. Hoy lo hago con un chino, un búlgaro, una rusa, cinco americanos y no sé cuántos Europeos. Antes podía encontrar un genio illuminati entre nosotros. Hoy son miles. Los aplaudo. Los felicito. Les agradezco.
    Si analizo amigos que están en mi misma situación profesional o parecida al menos, me doy cuenta que puedo admirar sus fotografías, puedo aplaudir sus propuestas y sus formas de abrirse camino. Estoy tratando de describir algo que no siento pero que es más comprensible si digo la palabra, podría decir (repito, sólo para que se entienda el concepto), me da envidia lo bien que manejan sus negocios fotográficos, sus carreras, sus logros, su forma de llegar. Pero no, no me dan envida (no suelo ser envidioso). Porque en la mayoría veo que todo ese esfuerzo resiente la vida cotidiana. Demasiado. Y creo que el camino de uno es para mejorar la vida. La profesión, los trabajos, las pasiones, todo debería apuntar a mejorar la vida, el día a día, la calidad.
    Mantenerme en la autopista se estaba llevando mi paz. Y la idea de todo esto era ser feliz haciendo lo que amo.
  • Creamos y publicamos para un mercado que cambió.
    Algunos tienen la capacidad de entenderlo. Otros son máquinas incansables de pelear su nicho. Otros, no somos ni uno ni lo otro.
    Hoy leía un blog repleto de fotografías mostrando gente con burnout. Bah, o que querían representar eso. Todas de Shutterstock, un banco de imágenes que te da 100 fotografías a cambio de un beso o diez dólares o uno o veinte. No sé cuánto, pero chirolas. Y son tan baratas y tan regaladas, que el artículo tenía 6 fotografías de lo mismo, casi iguales que no solo no sumaban nada sino que molestaban. Con una sola hubiera sido más fuerte el concepto. Pero sobran imágenes y las regalamos. Y como las regalan, las usamos. Como cuando tiraron manzanas en el Río de la Plata hace millones de años. O como cuando te terminás esa inmensa milanesa con papas fritas que te pediste en La Farola o en los Cabildos (andá a saber si sigue abierto) o en el bodegón de los Andes en San Martín de los Andes), sólo para no tirarla, para no dejarla. Y quedás pipón a punto de explosión, buscando urgido una inyección de hepatalgina, chofitol, piper hepat o que te metan un alcaucil a presión para salvar tu hígado. ¿Tenías hambre? No. Sólo tenía exceso de oferta. Ese, es nuestro mercado actual.
  • Este año, más que nunca, me quedó claro que el fotógrafo se dedica a la fotografía y el comerciante se dedica a los negocios. Una amiga me lo explicó claramente la semana pasada: “son tres pasos, me decía, conseguir el cliente, hacer el trabajo y cobrarlo. La parte de hacer el trabajo es la más simple, todos sabemos hacer nuestro trabajo, vos como fotógrafo, ella como artista, nosotros como ingenieros. El problema es conseguir el cliente y cobrar el trabajo ya hecho.” Mierda.
    Si hay algo que me había quedado claro desde que nací, es que no soy buen comerciante. Es más, soy el anticomerciante. Compro cuando esta caro vendo cuando está barato. Y no le pifio. Siempre fui bueno con las estrategias, con el trabajo automatizado o, más bien, automatizando trabajo. Con lo minucioso, con los desafíos, pero no con lo comercial. No me gusta y no quiero venderte algo que seguramente no necesites. Y no es tan fácil crear productos que realmente hacen falta. ¿Alguno tiene laburo?
  • Hoy por hoy, el 85% de mis ingresos es de mis productos.
    Lo que por ahora sólo se traduce en: mis guías de naturaleza. Si quiero vivir de la fotografía o al menos quiero vivir la vida sin estar encerrado en una oficina come hombres (y mujeres), tengo que dedicarme a eso, a mejorar, sumar, agrandar, inventar, diseñar, armar o encontrar nuevos productos.
  • Que yo muestre la naturaleza no evita que otro la queme o la destruya. Que yo no pueda cortar una rama en un Parque Nacional no logra que los guardaparques dejen de construirse sus casas con los troncos que extraen de nuestros parques (no de SUS parques).
    Los guardaparques y los no guardaparques. Los NacidosYCriados y los venidos. Los ecologistas y los motoqueros rompe montañas. Los del loteo y los de la defensa del agua y de la tierra. Los inclusivos y los exclusivos. Los abortos y los nabortos. Los vegetarianos y los comecarne. River y Boca… La grieta no vino para quedarse, la grieta ya estaba. Y mierda que estaba. Con otro nombre quizás. Esta es la misma grieta, sólo que algunos encontraron la forma de facturar con ella. Nos encanta tomar partido y aprendieron a utilizarlo a su favor. ¿Quiénes? Políticos, medios de comunicación, iglesias, chorros, todos estos chorros que de alguna forma u otra se benefician con nuestra pelea. La incentivan. La buscan, la realzan. Si se queda dormidita la traen de vuelta. Recuerdo que el año pasado estaba amargadísimo con la grieta. Pensaba cuántas relaciones me había costado, cuántos amigos habían quedado en el medio. Qué huevada. Una amistad no se cae por eso y, si lo hace, bien caída está. Incentivemos las diferencias. Eso es lo que mueve el país. No el nuestro, pero bue, algo es algo. Martín Fierro dejó de ser cierto, ahora nos devoran los de adentro primero. Pa los de afuera casi no queda nada.
  • Por un momento pensé que intentar purificar mi dieta sería un juego.
    Luego pensé que sería un desafío. Tuvo visos de ser una adaptación a una necesidad (ya que tengo que cocinar que sea un desafío interesante). Hoy podría decir que ya llevamos un par de años largos donde el 90 por ciento de nuestra comida no tiene código de barra. Y está bueno. ¿qué cambios siento? Que es real. Simplemente.

No sé cuánto puede quedar del 2018 en el tintero. Hice poca foto. Pero debo decir que la poca que hice me gustó mucho más. No tuve mucho tiempo para revisarlas, retocarlas. No las subí porque no me pintó. No fue prioridad. Al punto que no sé todavía qué fotografía puede acompañar este texto. No tengo idea.

Si tuviera que aventurar un 2019, tengo que admitir que me da miedo. En lo personal se vienen cambios, muchos cambios. De los importantes, no de las pendejadas que conté más arriba. Son buenísimos pero asustan. ¿Cómo lo llevaré? Ni idea.

Calculo que iré un rato por la colectora buscando el cartel que me toque, que me llegue. El cartel que hable de un destino que resuene con mis creencias, con mis amores, con mi verdadero yo. Sea el que Dios quiera que sea.

Por último y de todo corazón, deseo que pasen una hermosa noche buena entre sus seres queridos, los que se pueda, los que estén cerca, como se pueda. Y que mañana, si no les salió el pavo con rusa por las orejas, puedan disfrutar una bella Navidad.

Abrazo grande.

Neblina y viento crean una extaña visión del lago Nahuel Huapi, en Río Negro. Argentina.

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2 Comments:
  1. Feliz navidad igualmente Leo! Te banco en la apuesta por una mejor vida, por aca tambien muchas veces con dilemas similares intentando corrernos de carril ennla autopista. Quizas nos veamos este verano, vamos a andar por Mallin Ahogado 😉

    Magdalena · diciembre 25, 2018
    • Gracias Maggie.
      Espero nos crucemos! Abrazo grande al resto de la tropa.

      Leo F. Ridano · diciembre 26, 2018

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